
i.
Sureño:
el niño que te habita
baja al mundo como una brasa
y divide en dos los rincones de las sombras.
Se hunde, como un satélite,
en el Ponte Vecchio,
sobre el agua dulce y verde,
o se asienta suavemente, de costado,
como algunos insectos,
en las farolas tibias de la noche
o en el libro de Hoei Lang Ki,
donde se enredan las historias antiguas de los juicios
de nombres escritos en chino,
mujeres de rasgos exóticos,
y la bruma triste que corona el Monte Huang.
ii.
Sureño:
el niño que te cae
cae siempre,
y abre el corazón como partiendo una fruta
para los pájaros oscuros de la tarde
que le miran con el hambre milenario
de quien espera el milagro
y lo encuentra.
iii.
Sureño:
el niño que te parte y que te anda,
el descalzo animal azul de tu costilla,
te ha robado los ojos.
En ellos sucede la lluvia,
en ellos se adormecen los leones
y trotan los tersos perros
de mi dicha.
En vos se realiza la ternura.
Nota: La imagen pertenece a Klaipeda
2 comentarios:
Me dan ganas de ser como todo lo que escribís.
Incluso este, que se me parece bastante :).
Gracias, L...
Beso.
Y abrazo.
me hiciste hacer silencio
muy lindo
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