miércoles, febrero 27, 2008

270208



I.
Hube un ángel,
mas fue de exterminio.

Y me tocó con su pulpa de odio,
su pulpa de tristeza
celebrada por las brujas,
por las feroces uvas que da la altura
cuando la altura es abajo.

II.
Hube la sombra.
Se llamaba hermano:
piedra que devoran los perros
de mi corazón.
Piedra quemante del amor.
Flor agria de la ausencia.

III.
Hube el alba,
y una vez la negaré.

Del agua de mi mismo espejo
vendrá la serpiente
a cerrarme los ojos,
a decirme ‘ve a lo oscuro’.

Y yo diré que sí.
Sí a todo.
Dulcemente.

Nota: La imagen pertenece a Jerry Uelsmann


La sed.

Estalle en mi boca el pájaro.
Implosione, entre mis dientes,
su breve sangre.
Hágase en mi boca el vuelo,
la palabra.

sábado, febrero 23, 2008

230208

Yo fui la flor del ácido,
el herrumbre.

El agua.
El agua díscola de tus ojos
estuvo en mí
como en la guerra
la sangre y el saqueo.

sábado, febrero 09, 2008

Maestro Palmeta.

En una antología muy útil, Martín Fierro y su crítica, de María Teresa Gramuglio y Beatriz Sarlo, se incluye un trabajo firmado con el seudónimo de Maestro Palmeta. El trabajo da respuesta a una encuesta de la revista Nosotros (1907-1943), número 50, del año 1913, realizada "luego del revuelo -explican las antólogas- que provocaron los juicios críticos de Lugones y de Rojas cuando calificaron a Martín Fierro como nuestro poema nacional".
La respuesta de Palmeta (nombre inventado tras el cual se esconde "un reputado sociólogo, novelista y educacionista") resulta paradigmática en dos sustanciales aspectos: el de rasgarse las vestiduras frente a la posibilidad de que una obra en la que se hable la lengua gauchesca pueda ser tenida como nuestro poema nacional; el de leerlo al pie de la letra para concitar el ridículo.
Dice Palmeta: "La jerga orillera y gauchidiablesca en que está escrito el Martín Fierro es la base del idioma nacional, que debería enseñarse en las escuelas". Y continía ironizando: "Así, cuando los niños den su lección de historia argentina han de decir: 'Moreno cantó pa el carnero en la travesía del mar', o bien 'estiró la pata', y en ningún caso, se murió. Al comentar el célebre decreto de la Junta del año 1810, no dirán que 'ningún habitante de la república, ni ebrio ni dormido', sino 'ni mamao ni dormido' o, mejor aún, 'ni en pedo ni durmiendo la mona' ". Y sigue un poco más: " en la misma oratoria sagrada, ya no dirá ningún predicador: 'Jesús agonizaba en la Cruz', etcétera. Ha de decir: 'Jesús estaba por estirar la jeta...Ahijuna' ". Y agrega finalmente: "En Viernes Santo ya no se declamará desde la cátedra sagrada: 'He aquí a la Santísima Virgen, toda lagrimosa'...Mas bien diríase: '¡Pucha que está linda gaucha la Virgen, misia María, con su pañuelito de nubes al pescuezo!'..."
Aquí, una sospecha: el Maestro Palmeta, como suele suceder, ya había sucumbido a la fascinación de lo que criticaba...atrapado por el doble efecto.


Nota: El fragmento reproducido pertenece al artículo El gauchesco como arte bufo, escrito por Leónidas Lamborghini.