lunes, octubre 01, 2007

Impenetrable.




De Dios no recordamos nada.

Sabíamos de su voz aramea,
de los góticos ojos,
del robusto y caliente tacto,
del peplo rojo,
del estigma.
Nada más.

Pero aquí, los niños tobas,
los impronunciables wichí,
los oscuritos del impenetrable chaqueño
todos lo andan buscando,
todos muertitos, andan,
tras las huellas del Mismo,
del Único.

Para irse, emulan el viaje,
el ascenso:
miran el cortinado de las telarañas,
la selva flaca,
(pura soja y animalito seco)
y se ponen del color de la tierra,
de la greda.

“Una muerte muy apropiada,
muy autóctona”
dicen los antropólogos.
y escupen
en el campito roto,
que ni para tumba alcanza.
Nota: La imagen pertenece a Teuku Jody Zulkarnaen

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