1-
Yo, la misma, la otra, y toda mi fauna
nos hemos sentado esta tarde
a quererte,
a observarte como ese raro objeto
-eclipse, puño o sombra-
al que nuestras máscaras descienden
a extinguirse,
como se extinguen
las últimas horas de sol en los cementerios.
2-
Yo te vi nacer, Oscuro Mío.
Descendías como un zeppelín ardiendo,
vibrando como la nuez de Adán
en el hambre de Eva incauta.
Caías,
porque era imposible no caer
y porque era hermoso hacerlo
planeando el aire que olía a sangre
y a rosas de carne,
abriéndose.
3-
Esto que digo no sos vos.
Es, apenas,
la palabra,
un cadáver en la orilla,
algo, que pretende ganarle a la muerte,
el fantasma que atraviesa mis costillas
y no deja más que temblor,
más que ganas de arrodillarse
para cavar este muro de silencio.
Más allá de la línea,
lo innombrable se agita,
fascinante y rabioso,
como las serpientes.
Yo, la misma, la otra, y toda mi fauna
nos hemos sentado esta tarde
a quererte,
a observarte como ese raro objeto
-eclipse, puño o sombra-
al que nuestras máscaras descienden
a extinguirse,
como se extinguen
las últimas horas de sol en los cementerios.
2-
Yo te vi nacer, Oscuro Mío.
Descendías como un zeppelín ardiendo,
vibrando como la nuez de Adán
en el hambre de Eva incauta.
Caías,
porque era imposible no caer
y porque era hermoso hacerlo
planeando el aire que olía a sangre
y a rosas de carne,
abriéndose.
3-
Esto que digo no sos vos.
Es, apenas,
la palabra,
un cadáver en la orilla,
algo, que pretende ganarle a la muerte,
el fantasma que atraviesa mis costillas
y no deja más que temblor,
más que ganas de arrodillarse
para cavar este muro de silencio.
Más allá de la línea,
lo innombrable se agita,
fascinante y rabioso,
como las serpientes.
2 comentarios:
Es bueno volver a verte, muchacha.
Un abrazo
Gracias, Vero. Es bueno ser bienvenida (muchas veces).
Otro abrazo.
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