jueves, enero 18, 2007

Mediodía.


I-
El llano arde.

Es el mismo fuego de Alejandría.
El de cocinar el pan y el de asar los peces.
El mismo, de Troya y de Sodoma.
El que secaba las antiguas vides
en un lejano patio de Ancona,
oscuro, ahora, y solo.
El fuego que consumió
a Francesca y a Fedra.

No luz: fiebre,
en el incendio de la siesta.

II-
Abajo hay un no sé qué de ángel vaporoso
brotando, con húmedos ojos de delfín,
sudando un rocío de damasco,
violento,
espeso.

III-
El sol muerde
la amarga pulpa de las orquídeas
y de los perros que trotan
en la ruta,
sedientos y vacíos,
tras los fantasmas del agua.

IV-
Si la verdad tras las cosas
cayese, como caen
las palomas
con sus pequeñas muertes,
¿qué espanto nos alcanzaría?
¿qué palabras alucinadas?
¿qué sueños?.
Nota: La imagen pertenece a Katarzyna Widmanska.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ELENA!!!

QUÉ ALEGRÍA
TU RETORNO !

Un cálido abrazo amiga...

Gilda.

Anónimo dijo...

detrás de las cosas siempre se esconde una verdad, y detrás de esa verdad hay un espanto tan cierto que uno necesariamente sólo desearía ver nada más que las cosas bajo la claridad del mediodía.

le digos esto, estimada esritoria, porque sólo quiero ver claridad ilumindad antes de que caiga la maldita babilonia con toda su verdad escondida en el espejismo de sus hermosos jardines colgantes

Elena dijo...

También me da alegría volver.
Estar.
Ser.
Otro abrazo.