madre me llevaba de la mano
por el terraplén oscuro
decía:
esa es la bomba de agua,
el perro amarillo, ése, no lobo,
ahí las parvas,
más allá el pajonal de las cluecas
decía:
nunca, a tu edad,
vi estas cosas
llegábamos hasta la capilla
de los garzón a ver
los altos vitrales del cristo
de la buena muerte,
el áspero cuero de las iguanas,
la ruta, siempre lejos
a la vuelta me daba
el pan de la tarde, cantando
los salmos preferidos,
y una tristeza hermosa me cerraba
la garganta,
o quizá el polvo del camino,
o dios, que entonces era
un potro negro
que despertaba el miedo
viernes, noviembre 28, 2008
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8 comentarios:
Cuanta infancia y nostalgia en el poema, cuanto amor de madre en cada verso
un abrazo
me encanta
el aire melancólico
el asombro, y el miedo
te felicito
lacónico y nostalgico, pero intenso. muy bueno
Ayer a mí los salmos sin ser mis preferidos me cerraron una hermosa tristeza. Que sensación la que regalaron tus palabras.
Saludos
Hola, Georgia: asumo que la infancia y la nostalgia siempre andan inexorablemente unidas. Lo creo un problema.
Otro abrazo para vos.
Hola, La Gata: gracias por hacerme ver cuántas cosas caben en unos cuantos versos.
¿Será exceso?
Besos.
Jorge: ¿qué será lo lacónico de este poema? ¿Lo ves sobrio? ¿Menesteroso?
No estaría mal... me andan diciendo que limpie, recorte, triture, je.
Un abrazo.
Tu otro vos: se agradece la opinión.
Un abrazo.
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