domingo, septiembre 16, 2007

Puzzle.


Lo primero fueron sus ojos.
Llegó a tientas, una noche,
ciego,
loco de oscuridad,
y le pregunté:
-¿dónde, amor mío,
perdiste los ojos?-
Y él,
dirigiéndome sus cuencas,
me mintió:
-los olvidé en la oficina.

A la segunda semana,
había perdido las manos.

No sé qué excusas me daba.
Dejé de escuchar
ocupada como estaba
en hacerle el nudo de la corbata,
en marcar el teléfono,
en cepillarle el pelo.

Así, todo un año
fue y vino,
perdiéndose,
hasta que al fin le dije:
‘querido, nunca me gustó el puzzle,
andáte de una vez’.

Entonces lo escuché llorar,
cruzarse las correas de las maletas
en los muñones,
abrir la puerta con los dientes,
irse a gatas a la casa de la otra.

Y yo vi,
cómo la casa se volvía grande,
cómo todo sonaba distinto,
salvo el corazón de él encima de la mesa:
rojo y grande,
regular,
armonioso.

Como todos los días.

Nota: La imagen pertenece a Novic Arman Zhenikeyev

2 comentarios:

Anónimo dijo...

una bella forma de contenido desgarrador.

luks dijo...

maadame
ultimament
quiero comentar y pasa algo
si esta vez no pasa
te cuento que ya la negrura
que ya la belleza
ese río


salut!