
i.
vení, vos, El Tan Triste,
sentate a mi lado,
cantame con tu voz de indio domado,
démonos las manos en esta tormenta eléctrica,
compartamos el miedo
la fiesta es lejos,
es de los otros
vos mirás para ese lado
con la nariz alzada,
oliendo, en el aire caliente y húmedo,
el rastro leve de la perra en celo.
vos, El Tan Perro,
hembro, hombra,
vos sabés que yo te adivino,
no te hagas el loco,
el desentendido,
el benedicto
ii.
que el relámpago se haga en tus ojos negros
había, en la chacra de los Dezotti,
un potro blanco de ojos así
estaba alambrado,
atado,
y a la noche corría,
creo que por la locura de la soledad
y daba relinchos grandes como el campo
la libertad del potro
sin la yegua
era, digo, más cárcel que nunca
iii.
no hay nada que yo pueda decirte
en esta noche,
ni en ninguna,
creeme
no hay forma que yo pueda salvarte
¿de qué, por ejemplo,
podría salvarte?
ya agotamos la palabra,
mi amor,
fumemos un rato,
miremos el granizo caer
fijate qué hermosa la niebla
el humo
¿dónde estás?
iv.
¿vos creés que el viento se la lleva?
atrás,
en el verano,
cerca de los animales,
la vieja me llevaba a orinar
y del pasto se levantaba
ese vaho confuso y dulce
¿ves la inundación?
yo creo que se viene
no tiembles,
portate como un hombre
abrazame
v.
el barro nos crea
alguien vendrá a vernos
alguien dirá de nosotros lo que pueda:
“eran adán y eva,
quietitos, mirá,
embarrados,
como al principio
aunque algo muertos”
ya sé,
qué pobreza de palabras,
qué mordiscos a la lengua,
todos estos pedazos de nada
ya sé
un poco como la vida
mientras bajamos,
te cerraré a besos
los ojos
vení, vos, El Tan Triste,
sentate a mi lado,
cantame con tu voz de indio domado,
démonos las manos en esta tormenta eléctrica,
compartamos el miedo
la fiesta es lejos,
es de los otros
vos mirás para ese lado
con la nariz alzada,
oliendo, en el aire caliente y húmedo,
el rastro leve de la perra en celo.
vos, El Tan Perro,
hembro, hombra,
vos sabés que yo te adivino,
no te hagas el loco,
el desentendido,
el benedicto
ii.
que el relámpago se haga en tus ojos negros
había, en la chacra de los Dezotti,
un potro blanco de ojos así
estaba alambrado,
atado,
y a la noche corría,
creo que por la locura de la soledad
y daba relinchos grandes como el campo
la libertad del potro
sin la yegua
era, digo, más cárcel que nunca
iii.
no hay nada que yo pueda decirte
en esta noche,
ni en ninguna,
creeme
no hay forma que yo pueda salvarte
¿de qué, por ejemplo,
podría salvarte?
ya agotamos la palabra,
mi amor,
fumemos un rato,
miremos el granizo caer
fijate qué hermosa la niebla
el humo
¿dónde estás?
iv.
¿vos creés que el viento se la lleva?
atrás,
en el verano,
cerca de los animales,
la vieja me llevaba a orinar
y del pasto se levantaba
ese vaho confuso y dulce
¿ves la inundación?
yo creo que se viene
no tiembles,
portate como un hombre
abrazame
v.
el barro nos crea
alguien vendrá a vernos
alguien dirá de nosotros lo que pueda:
“eran adán y eva,
quietitos, mirá,
embarrados,
como al principio
aunque algo muertos”
ya sé,
qué pobreza de palabras,
qué mordiscos a la lengua,
todos estos pedazos de nada
ya sé
un poco como la vida
mientras bajamos,
te cerraré a besos
los ojos
2 comentarios:
hermoso poema.
Te agregué a mis vínculos sin permiso, creo que vale la pena que te lea más gente, aunque no sé si esté tan mal eso de ser ignoto...
Lo dice una.
Un abrazo.
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