martes, marzo 20, 2007

Incomodidad.


Esta mañana soy apenas
un muñón incómodo que dibuja
ideogramas en los ojos de los muertos,
un pedazo de memoria
para los que se van de mi casa o de mi carne,
remontando el hueco por donde yo también
quisiera escaparme,
dejando, en la tierra,
la huella de las uñas.

Hay veces en que la salvación
comienza por la huída.

No lo digo por mí, lo digo
por la que fui y quisiera haber sido
desde la costura explícita de la cesárea
ese primer y violento desarraigo,
ese primer desraízamiento, soledad,
que mutó en grito, en asombro, luego,
en cansancio, ahora,
o estupor.

Este asombro o sueño
que no me deja abrir los ojos.
Esta esperanza de haberme perdido
y volverme a encontrar,
cada vez más
insoportablemente nítida.

Dedicado a J., que de cualquier forma, no lo va a leer.

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