domingo, noviembre 05, 2006

Resistencia (improvisación de Domingo)



Hace mucho, todo era más simple:
conocíamos el árbol final donde anudar nuestra horca,
nuestro cuello cabía perfectamente,
el lazo era, por decirlo así,
de una suavidad extrema,
casi una joya,
y lo demás,
que se ordenaba en la última mirada
era simple, como deben serlo las cosas finales.

Resumiendo: estaba todo dicho,
todo predispuesto para el salto.

Pero entonces, acontece un día de duda,
llega con el vino
con la mansedumbre de la lluvia,
con los discos de Vinicius
y el claro pozo de certidumbres,
se vuelve confuso,
y miramos al patio, a la horca en el árbol,
y el tiempo pasa,
y las sogas se pudren a causa de la humedad
de los hongos, o los hermosos gatos negros
que van a rasguñarla,
y nos dejamos vivir,
nos perdonamos
(no sé porqué)
otro día más.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

creo que en ese simple día más está definido todo el horror que nos provoca el rutinario e irrefrenable paso del tiempo. aunque, pese a todo, el árbol siempre va a estar.

jorge 2021

Elena dijo...

Pues no es el tempus fugit lo que me preocupa, sino la eternidad que nos prodiga la angustia, entendida como la intensidad, o exacerbación del sentir.
Un abrazo.