viernes, julio 28, 2006

Mi yo.



Mi estado gregoriosamsiano.
Mi cucarachicidad, antes mujer y amanta.
Mi metamorfosis kafkiana.
Mi escarabajitud de coleóptero pisado por zapato charolado de mujer alta y pesada.
Mi no-estar-siendo.
Mi ser-a-veces un corazón tenso recostado sobre la noche.
Mi lento desplazarme por la falda de los ángeles, y las alas de las langostas.
Mi perrosidad llevada al extremo del hambre y el sueño.
Mi yo no sé qué de iglesia venida a menos.
Mi madammebovarysmo.
Mi ojo de voyeur (vuaier) suspendido en el centro de un hotel de paso.
Mi pajaritud más clara rota por los gatos de la tristeza.
Mi animalidad herida y mutilada, sedienta de sangre de codornices o de venganza
Mi ropero de faldas transparentes y lustrales.
Mi sanfrasciscanísimo manto azul, tejidos con animales del Gubbio y del corrompido Vaticano.
Mi pietá, de mármol, usada para escalar hasta el techo y recoger huevos de araña.
Mi panteísmo, que me arranco a veces con el corazón, para dárselo a lamer a las brujas y a los Judas.
Mi sogno daliniano.
Mi yo, demasiado usado, demasiado roto, mi yo de 27 años.
Nota: La imagen pertenece a Natalie Shau.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

menos mal que ese yo ya dejó de perseguirla

Concepto DFyD : Atropellos literarios (y mal humor) dijo...

Insisto: Irreprochable.
Un beso.

Un tal Aon

Anónimo dijo...

Cómo estamos...qué abichadas y tristes, qué desasosiego y qué reventar por dentro...y cuánta belleza...y...me gustó, amiga.
Un beso desde Pinamar.