
Las escenas me son familiares, cotidianas hasta el asco, hasta el no-asombro, pero basta posicionarse en los ojos de alguien que es extraño al barrio, para notar que lo que pasa allí, es más de lo que se cuenta.
El cartelito pobre que zarandea el viento, que los perros mean, y que los adolescentes se encargan de llenar de corazones y puteadas, porque es de lata y está al paso, es lo primero que ves. Luego, una puertita marrón y pobre que echa abajo cualquier asociación con los fastuosos negocios que podemos ver en cualquier ciudad, grande o pequeña, hasta en la mía, y donde se exhiben tortas, facturas, delicias gigantes y ampulosas, para calmar el ansia de devoraciones (me encanta la palabra). Acá no: pan francés, mignon y gracias.
La dueña es Marta, que te recibe cantando. Y mientras canta aleluyas, hosannas y milongas, va cronicando (va desmigando) las muertes, los abortos, los hijos que llegan, las tristes mudanzas, la leve y marginal historia de los que vamos siendo, de los que estamos por ser, de los empezamos a no estar.
La comunión (la comunicación de la comunidad) se celebra en calma, porque así nos hablamos los que vivimos por acá, despacito, contándonos los dolores y las miserias, haciéndonos los locos en un mundo lleno de estadísticas, furia, FMI, antenas, uranio... y les juro que nos sale tan bien el papel, que volvemos a casa a paso caracol, saludando a los perros de los vecinos, a preparar el primer café de la mañana, como si en eso se nos fuera la vida.
2 comentarios:
Anduve por acá, leyendo.
Y, por supuesto, me gustó lo que encontré.
En representación de Comando Mocho la saludos, y le doy la re-bienvenida al Concepto DFyD.
Saludos.
Ezequiel Guernica
Un gil del montón.
www.ungildelmonton.blogspot.com
Gracias, Comando, jeje, le mando un abrazo, nos estamos leyendo.
Elena.
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