los albañiles me gustan
llegan en bandada, un día,
al terreno baldío, al gran hueco,
con su música de cuarteto
en las radios
llegan gritando, llegan
puteando al trompa,
codiciándole la mujer que nunca vieron,
llegan para lastimarse,
para caerse de los andamios,
para romperse la médula jugando
a los angelitos,
llegan para ponerle el hombro
al asunto
y el asunto es acarrear tierra,
arena, agua, cemento,
el asunto,
lo que los cogotudos de la zona
dirían business, es
hacerlo 8, 10, 12 horas seguidas,
con el sol bravo de la siesta,
hacerlo, con el viento sur
del invierno,
hacerlo cansados, poner
ladrillo sobre ladrillo,
sin llorar histéricos por ninguna
cuestión metafísica, porque el tiempo
que les sobra del día
-y siempre son miguitas-
hay que usarlo
para comer,
para bañarse,
para hacerle el amor a la mujer y mirar
cómo crecen los hijos
me gustan, los albañiles,
me gustan
porque todavía tienen tiempo
de gritarnos obscenidades a las mujeres,
de sonreírnos en la vía pública,
de hacernos saber que nos ven,
que nos escuchan el taconeo,
que se fijaron
en el brillo del pelo
me gustan porque cuando se van,
donde había un vacío,
de pronto hay una casa,
una casa armoniosa y a prueba
de tormentas,
es justo recordar de quién fueron las manos,
es justo
sábado, septiembre 06, 2008
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20 comentarios:
que precioso poema!
como describiste lo que vemos todos los días, esas obras con el cuarteto, esos hombres aveces gritando, pero esas manos construyendo lo que para otros será su refugio, su hogar.
Se merecen reconocimiento, claro que si.
mil besos
yo pensaba alguna vez
si no fuera por estos tipos no?
digo
y aqui el poema lo dice
me gusto
y lo que es justo es q le hayas hecho un lindo poema madame]
saludos
simplemente Genial!!
un beso.
Simplemente genial!!!
un beso.
Que buen poema, merecido reconocimiento
bravo por aquellos que siembran hogares
saludos
Georgia
Lindo lindo.
Y a mí también me gustan. Son el único rubro que a pesar de pasar años, me sigue siendo fiel y jamás dejan de adornarme la oreja con un piropo XXX.
Saludos, M.
lindo che, linda sorpresa
Vea, esto me gusta porque me recuerda a mis dignos trabajos de albañil.
Qué bien lo ha dicho, querida Elena.
¿Pasó por el correo ya?
grrrrr
Saludos.
Enre: no sé si es un reconocimiento. Pero aún en el caso de serlo, me parece muy pobre, muy poca cosa. Así lo entiendo yo.
Un beso.
Anónimo: si no fuera por estos tipos, los arquitectos tendrían que aprender a trabajar, no?
Salud-oh
Ciclo!: posteé tus dos mensajes por la ligera variación de mayúsculas entre uno y otro, me pareció gracioso...
Un beso.
Georgia: sí, pido por más de esos, y por menos culo barato exhibiéndose en la tele.
Un abrazo.
Morg: sí, siempre serán fieles a las transeúntas. A todas. Son los donjuanes de los andamios.
Un beso.
Intenteros: un gusto, chicos, que hayan pasado. Los leo.
Gracias por la/s revistas.
Un abrazo.
Aón: todavía no. ¿Fue ud. albañil? ¿porqué no cuenta sobre eso? me extraña, ché... y deje de gruñir.
Un beso.
Un poema extraordinario. Fresco, discursivo y celebratorio sin llegar a la epicidad o a las lamentaciones, sin que ello opaque el trasfondo doloroso del texto. De lo mejor que he leído en la red y te lo aprecio mucho.
Saludos...
Es muy justo recordar a las manos, al laburo, las semillas. Me meto a decir que yo también tengo algo especial con los albañiles, y entre diálogos o gritos desde el piropo alto, me caen desubicadamente bien por lo creativos que son (al menos muchos de ellos). El piropo no es pa cualquiera, y el don de recordarnos la dicha de la feminidad cotidianamente, tampoco. jaja. Saludos
Qué hermoso este poema Elena!
Abrazos
Hola, Jolene, Viviana: gracias por arrimarse a este blog que cerré hace más de un año. Está bueno que pasen estas cosas, que sigan pasando, bah... en el sentido de que un "ciclo" o circuito de lecturas que una cree que ya cumplieron su etapa, sigan despertando el interés y el comentario. Y sobre todo, si viene de otros colegas de oficio.
Besos y abrazos.
Elena, entré a Cerrado por tanto no querer cerrar de leer tu poesía, que seguramente es un ciclo, un trazado en continum. A tus palabras las descubrí de taller literario a charla de asado, de mesa en mesa, de blog en blog. Es un gusto leerte realmente, saberte vecina de llano y colega (de oficio facultoso). Las huellas que yo dejo aún no son poemas; sin embargo encuentro muchos lugares comunes al leerte, palabras que hubiera querido que salieran de mi mano! jajaja. Más que razones pa que sea un placerazo encontrarse con cosas así, como éstas. Saludos!
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