sábado, marzo 22, 2008

Con las mismas manos- Roberto Fernández Retamar

Con las mismas manos de acariciarte
estoy construyendo una escuela.
Llegué casi al amanecer, con las que
pensé que serían ropas de trabajo,
Pero los hombres y los muchachos que
en sus harapos esperaban
Todavía me dijeron señor.
Están en un caserón a medio derruir,
Con unos cuantos catres y palos: allí
pasan las noches
Ahora en vez de dormir bajo los puentes
o en los
portales.
Uno sabe leer, y lo mandaron a buscar
cuando supieron que yo tenía biblioteca.
(Es alto, luminoso, y usa una barbita en
el insolente rostro mulato.)
Pasé por el que será el comedor escolar,
hoy sólo señalado por una zapata
Sobre la cual mi amigo traza con su
dedo en el aire ventanales y puertas.
Atrás estaban las piedras, y un grupo de
muchachos
Las trasladaban en veloces carretillas.
Yo pedí una
Y me eché a aprender el trabajo
elemental de los hombres elementales.
Luego tuve mi primera pala y tomé el
agua silvestre de los trabajadores,
Y, fatigado, pensé en ti, en aquella vez
Que estuviste recogiendo una cosecha
hasta que la vista se te nublaba
Como ahora a mí.
¡Qué lejos estábamos de las cosas
verdaderas,
Amor, qué lejos —como uno de otro!
La conversación y el almuerzo
Fueron merecidos, y la amistad del
pastor.
Hasta hubo una pareja de enamorados
Que se ruborizaban cuando los
señalábamos, riendo
Fumando, después del café.
No hay momento
En que no piense en ti.
Hoy quizá más,
Y mientras ayude a construir esta
escuela
Con las mismas manos de acariciarte.

No hay comentarios.: