Detrás de la ciudad,
la otra ciudad respira.
En medio no existe límite,
frontera,
picota que defina
cuándo es que abandonamos
la primera, cuándo
entramos a la segunda.
Da igual que sea
un síntoma de la libertad
o un artificio de espejos.
De aquí no se sale.
la otra ciudad respira.
En medio no existe límite,
frontera,
picota que defina
cuándo es que abandonamos
la primera, cuándo
entramos a la segunda.
Da igual que sea
un síntoma de la libertad
o un artificio de espejos.
De aquí no se sale.
Nota: La imagen pertenece a Magdalena Wanli.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario