sábado, agosto 25, 2007

Epitafio N° 1.


Yo andaba por ahí sin saber cómo.
Yo viajaba muy hacia adelante, pero no conseguía perderme.
Yo participaba del fabuloso desconcierto del siglo pasado.
Yo era un gusano asomando la cabeza por la manzana que daba al árbol lleno de manzanas, que daba al jardín repleto de árboles. Es decir, yo era una infinita posibilidad, invisible.
Yo tenía la eterna sensación de amar al hombre ajeno.
Yo caminaba por San Jerónimo casi todos los días.
Yo recordaba de memoria la primera frase de un libro de Ray Bradbury, una epístola de San Pablo, un poema de Constantino Kavafis. Todas cosas inútiles para sobrevivir.
Yo hacía así con la mano al saludar. Como si ofrendara los ojos.
Yo a los 29 recordé haber jurado que a los 30 me suicidaría.
Yo claudicaba.
Yo quería ser radiante.
Yo esperaba un llamado. En un teléfono descolgado. En una casa que no era mía. En una ciudad fantasma. Ergo, yo esperaba en vano.
Yo andaba enredada en la vida como un alga en la red de un pescador. Era luminiscente, pero no era pez, ni pescador ni mar. Era algo impropio desde muchos puntos de vista.
Yo todavía soñaba.
Yo solía recitar ‘llueve en mi corazón y llueve en el Yang Tzé’.
Yo me quemaba con la vida como los insectos en las lámparas viejas de keroseno.
Yo escribía los versos finales
.
Nota: La imagen pertenece a James Walsh.

6 comentarios:

mariaeme dijo...

Gracias por compartir tus poemas con nosotr@s. Este último me ha gustado mucho... Sí, definitivamente.
¿Hay más?
Saludos.

Verónica Cento dijo...

tus poemas me dejan medio acongojada en general.
creo que tiene que ver con la bravura con que se forman. no sé, pero son muy buenos.

ya sabés.

un abrazo

Claudio Martínez dijo...

Elena, sos exquisita. Debo confesar que hace poco que pertenezco a la blogosfera, pero no hay que ser un genio para reconocer la sensibilidad que te inunda. Si a eso, le agregamos la fotografía, siempre atinada, demuestra la calidad de artista que sos. Una prueba de que estoy a tus pies es que agregué en mis propios blogs tu link, ya que si bien soy egoísta y quiero todo lo bueno para mí, no puedo, por razones morales, ocultarles a los demás la belleza que me hiciste vivir.

luks dijo...

comentario
onomatopéyico

hiaaap!

Elena dijo...

Martita: ¿Qué más quiero yo?
Un abrazo.

Elena dijo...

Verónica: Me gustó la palabra bravura. Es con fiereza como adoro el mundo. Es con dolor grande, también. Es esa clase de amor raro, indecible.
Un abrazo.