jueves, abril 19, 2007

Vitales.



Vendrán lluvias suaves.
Serenas.
Dulces.
Arrasarán el pueblo.
Lo hundirán.
Te hundirás con él.
Luego serás un pez.
Un pez de dilatados ojos.
Yo me buscaré una orilla
desde donde verte brillar.
Pero te veré
enamorado de la sirena,
convertido en salmón.
Te veré irte,
eléctrico,
distante,
indiferente,
a repetir el destino de Ulises,
a morir de amor en las costas de Cipango,
a perderte en las corrientes vertiginosas.
No estarás más.

Otra vez vendrá el viento.
Vendrá cada vez más fuerte.
Romperá las mariposas,
romperá las farolas,
desenterrará ombúes,
Baobabs.
Sacará de quicio las puertas,
esparcirá los vidrios por las calles.
Esparcirá los maniquíes de las tiendas de ropa,
quedarán mutilados,
locos, secos, inanimados.
Rodarán, por la calle,
los cajeros automáticos,
algunos niños,
algunos perros,
los boletos del cine.
Vos criarás alas.
Serás un pájaro.
Te veré irte,
etéreo, altísimo,
luminoso.
Yo entraré al ojo del tornado
para mirarte desde abajo
hasta que no seas más
que un punto
entre las nubes.
Un pedazo de papel.
Un barrilete.
Un pequeño y dulce origami
volando allá.
Y no te veré más.

Un día otro, el fuego será.
Comenzará de improviso,
cálido,
generoso,
como lumbre.
Tibio como el seno de una madre.
Luego crecerá en lenguas,
en cabezas.
Díscolo.
Infernal.
Doloroso y fuerte.
Hará cenizas las rosas.
Hará cenizas los libros de Botánica,
los diarios íntimos,
las recetas de jarabes para niños,
las cartas que ya no llegarán.
Vos empezarás a transparentarte.
Serás un fantasma.
Una invisibilidad.
Y no podré, no,
reconocerte en el aire oscuro,
en el humo tembloroso.
Te buscaré como ciega
en la densidad del espacio,
en los escombros del Palacio de las Artes.
Pero vos
no estarás más.
O yo no podré verte,
lo cual es idéntico.

Ocurrirá lo de la tierra.
Entonces te hundirás,
hosco y somnoliento como un topo
en una madriguera angosta
donde mi mano no quepa,
donde no llegue la luz
que quiero prodigarte.
Entonces, amor mío,
yo te echaré mis perros,
la ensañada violencia de sus dientes,
el aliento denso de sus bocas.
Y te escucharé morir,
dejar de latir,
de ser.
Y ya no volverás a estar,
porque estarás muerto.
Lo cual es idéntico.


Nota: La imagen pertenece a Misha Gordin.

2 comentarios:

Aira Cattiva dijo...

Elena, pasé un rato por acá, me voy a quedar sentadita para releerte el resto de la tarde, antes de que corten la energía eléctrica.

=)

Elena dijo...

Hola, bruja fea.
Gracias por pasar en tu escobillón ultrasónico.
Muac